El Muralismo es
un movimiento artístico iniciado en México a principios del siglo XX (20),
creado por un grupo de intelectuales pintores mexicanos después de la revolución
mexicana, reforzado por la gran depresión y la primera guerra mundial. Famosos
por su gran escala y su contenido político-social, mediante los murales, los
artistas buscaron educar a las masas, generalmente iletradas, haciéndoles saber
más sobre su cultura para apreciar sus orígenes.
Los muralistas
vivieron tres etapas primordiales: los veinte, los treinta y la comprendida
desde los cuarenta hasta 1955. En cada periodo los temas y las técnicas fueron
específicos y así el muralismo encontró una definición más clara como
movimiento. Los muralistas mexicanos trabajaron sobre una superficie de
hormigón (concreto) o sobre la fachada de un edificio, pero también les importó
muchísimo la textura y los ángulos en los cuales plasmarían sus murales. La
consistencia de sus temas radicaba en retratar la actualidad social y política
del país vinculada con el viejo legado colonial. Los murales de Diego Rivera
expresaban en especial la revolución, aunque en un principio su meta fue
representar a los miembros mayoritarios de México, constituidos principalmente
por campesinos, indígenas y mestizos.
Existen murales en
la mayoría de los edificios públicos de la Ciudad de México y de
otras ciudades.
Aunque es
considerado un movimiento artísticp, el Muralismo también se puede
considerar un movimiento social e incluso político.
Durante la dictadura de Porfirio Diaz (1876-1910) el país se desarrolló
económicamente, beneficiando sólo a la elite. Entre las ideas de Porfirio Díaz
para desarrollar el país estaban la de hacer México más francés, relegando en
cierta forma la cultura autóctona e intentando crear una imagen superior a la
de la realidad mexicana. Durante su dictadura algunos nativos fueron
trasladados a otras tierras y maltratados a fin de dar las mejores tierras a
los inversores extranjeros, razones que llevaron a algunos grupos políticos a
buscar un cambio.
El deseo por una verdadera transformación aumentó y se comenzaron a
hacer demandas más radicales, que buscaban una revolución social, política y
económica. Los mestizos, la clase media y baja se unieron contra Porfirio Díaz.
La revolución inicio con Francisco I Madero y su Plan de San Luis en 1910, y se
prolongó durante 10 años después de que Porfirio Díaz dejara el país y se
trasladara a Francia.
Cuando Alvaro Obregón llegó
al poder muchos cambios fueron implementados. Tres millones de hectáreas de
tierras fueron redistribuidas a los campesinos, los programas educativos fueron
mejorados así como se asignaron fondos para fomentar las artes. Parte de estos
fondos fueron utilizados por los muralistas para expresar con orgullo su pasado
indígena y educar a la gente.
José Vasconcelos fue
contratado por Álvaro Obregón como
secretario de Educación Pública de México en 1921. Cuando Vasconcelos encontró
que el 90% de la población era analfabeta, buscó una manera de enseñar a la
gente mucho más sencilla de entender. José Vasconcelos patrocinó a Dr. Atl Gerardo Murillo, (conocido como el sucesor
de José María Velasco), fue
pintor y maestro considerado el padre del muralismo. Dr. Atl fundó el Centro
Artístico en la Ciudad de México unos años antes. El Centro Artístico buscaba
la creación de un arte nacional, utilizando los principios modernos para
expresar sus ideas a través de murales. Dr. Atl invitó a animados jóvenes
artistas a unirse a su programa, como Roberto Montenegro, Ramón Alva, José Clemente
Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, entre otros
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